El paisaje arquictecturado
Todo lugar de la naturaleza puede potenciarse por la acción humana. No siempre la antropización debe verse bajo sospecha y considerarse factor de empobrecimiento del paisaje. Por el contrario, su acción permite enriquecer muchas veces el ámbito natural, aportándole notas únicas que se vinculan con el tiempo de una añeja ruina, con el progreso de las arquitecturas y los equipamientos productivos, con la vida sana de los senderos y paradores, pero también con el ocio y el placer de percibir dicho paisaje.
En Maldonado, algunos emprendimientos productivos han desarrollado ciertas estrategias para aunar la actividad turística con la productiva, dándole especial lugar a la contemplación del paisaje, sobre todo cuando el sitio posee valores por su estructura topográfica, su vegetación y su particular presencia antrópica.
Contamos con cuatro refugios de doce unidades, concebidas como sutiles artefactos en el paisaje. Se trata de una presencia meditada de la arquitectura en el contexto verde y roductivo, que busca lejanías visuales pero también cercanías sinestésicas.
“el paisaje termina informándonos sobre cómo podemos dialogar con él o qué relaciones podemos crear. A partir de ahí la respuesta surge desde cierta abstracción y neutralidad potente -si vale el término- que dialoga con el entorno para maximizar la experiencia habitante-objeto-paisaje”.
Mapa Arquitectos
La Materialidad
Construcciones fabricadas en forma previa y transportadas al sitio que incorporan madera, estructura metálica y vidrios de baja emisividad se conjugan con cubiertas verdes y masa de piedra local, así como energías renovables y tratamiento de aguas residuales. Son estas algunas estrategias que configuran la arquitectura de Sacromonte como un campo de acontecimientos que coexisten de manera armoniosa y equilibrada.
Inmersos en el paisaje
La presencia de la piedra y la cerámica ha permitido su utilización durante más de dos siglos, pero la lejanía de sitios poblados y mejor provistos siempre constituyó un límite importante para el ejercicio de la construcción en el espacio rural. Esto marca una impronta vernácula, singular y atractiva.
Son muchos los ejemplos de arquitectura en piedra, con sus cubiertas inclinadas en teja o chapa, pero muchos menos los ejemplos de azotea, con requerimientos más complejos.
En los establecimientos del siglo XIX las arquitecturas se expresan como suaves notas que fortifican el espacio productivo, apenas demarcados por la presencia de alambrados, canales aductores de molinos, caminos y mangas de piedra, todo ello inmerso en el paisaje de sierras.
El siglo XX ha mantenido la lógica histórica de inserción de ciertos tipos de arquitectura en el Maldonado rural. Sin embargo, en los últimos tiempos, el gran impacto generado por el interés turístico hacia el interior del departamento exige un control sobre su suelo y su paisaje. Acciones como la del estudio MAPA son valorables por ello y pueden operar como verdaderos referentes para próximas intervenciones.